Fotografía de vida salvaje

Publicado por Veronica Maldonado en
Fotografía de vida salvaje

Texto por Alberto Alcocer, fotógrafo de destinos y embajador de Sigma Photo en México. Publicado en El Universal.

Hace poco me tocó poner a prueba extrema todo lo que sabía sobre fotografía de vida salvaje; Natural Selection, empresa turística sudafricana me invitó a fotografiar durante casi tres semanas las reservas naturales que tienen en concesión en Namibia y Botswana.

No es lo mismo tomarle foto a un flamenco en parvada al norte de Colombia o en Yucatán que estar a pocos metros de un león en libertad alimentándose de la más reciente caza.

Cebra entre su manada moviéndose en Etosha Heights. Foto de Alberto Alcocer.

Fue un viaje mucho más educacional que de trabajo. Aprendí, corregí, mejoré y practiqué todo el conocimiento que había utilizado en ambientes menos extremos. Resumiendo me quedaría con las siguientes máximas:

  1. Entiende y estudia lo que te puedes encontrar. La suerte juega un papel importante en la fotografía de vida salvaje, alguna vez entendí: la suerte aparece cuando coinciden la preparación y la oportunidad. Saber que el martín pescador buscará su presa sobre el río al atardecer nos podría ahorrar muchas horas de espera en vano. O conocer por dónde pasan las cebras rumbo al manantial puede adelantarte dónde es el mejor punto para la tomar fotos.
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Un martín pescador emprende el vuelo para cazar en el delta Okavango. Foto de Alberto Alcocer.

2. Usa referencias visuales fáciles. Sabemos que un elefante es el mamífero terrestre más grande que hay, pero ¿qué tan grande es en realidad? Sus tres metros de altura (promedio)... ¿cómo se ven? Utilizar árboles o elementos fáciles de identificar al ojo humano ayuda a darle mayor impacto al sujeto y esto automáticamente mejora nuestra fotografía.

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A veces las referencias visuales para dimensionar juegan en ambos sentidos, este elefante medía más de 3 metros, el árbol más de 30 hasta la copa. Foto de Alberto Alcocer.

3. Entender cómo minimizar la interacción que inevitablemente tendremos con el medio ambiente puede hacer una gran diferencia no sólo en la foto sino en nuestra propia seguridad. En este mismo espacio ya se habló cómo volverse invisible en la calle, pero en la naturaleza es diferente. Saber que el oryx o el venado cola blanca son animales cuyo olfato dicta muchos de sus movimientos es crucial, habrá que apostarse en donde el viento aleje nuestro olor del animal para evitar que huya (o que ataque).

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Oryx descansando entre la yerba al sur de Sossusvlei. Foto de Alberto Alcocer.

4. Acércate; pero hay diferentes formas. El gran Robert Capa decía que si la foto no es lo suficientemente buena, es porque no estás lo suficientemente cerca. Y tiene razón. Pero las cosas pueden cambiar un poco en un safari, acariciar a un coyote o a un rinoceronte no es necesariamente una buena idea, en cambio acercarte usando lentes largos se convierte en una buena opción (entre más largo el lente, más acerca al sujeto) como el 70-200mm f/2.8 o el 150-600mm f/5-6.3 increíblemente robustos y de rápido enfoque, ambos de Sigma, además el zoom en cada uno de estos lentes responde a un diseño realmente inteligente.

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León en las llanuras del Makgadigkadi. Foto de Alberto Alcocer.

Cartier-Bresson decía que sus primeras 10,000 fotografías eran sus peores fotos; no queda sino practicar continuamente para que la oportunidad te encuentre bien preparado, cámara en mano frente a *esa* escena y tras el *click* llegues a tu foto 10,001, esa **gran foto**.

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